25 Ago 2023

De Italia a nuestro Instituto: Francesco Gregoris y su experiencia en el Laboratorio de Bioinformática Estructural

El joven italiano realizó una estadía de tres meses en Buenos Aires, en los que trabajó codo a codo con nuestros investigadores. Fue gracias a un intercambio en el marco del consorcio internacional IDPfun, que busca estudiar un tipo de proteínas relevantes para la salud humana, y está integrado por grupos bioinformáticos de Argentina y Europa, entre ellos de la FIL.

Francesco Gregoris junto a Cristina Marino-Buslje, jefa del laboratorio en el que realizó el intercambio.
El italiano Francesco Gregoris tiene 28 años, es licenciado en Biología, realizó un máster en Biotecnología Farmacéutica y ahora avanza con su doctorado en el Laboratorio de Biocomputación del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Padua, uno de los centros de investigación europeos que integran el consorcio internacional IDPfun –Driving the functional annotation of Intrinsically Disordered Proteins. El mismo desarrolla métodos computacionales para estudiar un tipo de proteínas fundamentales en numerosas funciones biológicas, y que a la vez podrían estar involucradas en la génesis de enfermedades como el cáncer, el Parkinson y el Alzheimer, entre otras. De la mano del Laboratorio de Bioinformática Estructural, nuestro Instituto también integra ese grupo que se creó en 2017 a instancias de la Comisión Europea. 

En el marco de las actividades de colaboración entre los miembros del consorcio, Gregoris realizó una pasantía de tres meses en el laboratorio que dirige la doctora en Ciencias Biológicas Cristina Marino-Buslje. “En Italia, nuestro laboratorio trabaja básicamente en proteínas intrínsecamente desordenadas. Somos el repositorio principal de bases de datos muy importantes como MoviDB y DisProt. Más allá de eso, mi grupo de investigación, trabaja bajo la supervisión del doctor en Biología Giovanni Minervini en investigación básica sobre cáncer”, describe el científico. Y agrega: “Mi foco, específicamente, es entender las interacciones entre proteínas y cómo la desregulación de este tipo de conexiones está relacionada con enfermedades”.

Gregoris, que no había estado antes en la Argentina, asegura que en la FIL se sintió muy aceptado por sus colegas. “Me dieron la posibilidad de empezar un proyecto desde cero y junto con Macarena Alonso y Franco Simonetti armamos un muy lindo grupo de trabajo, que seguramente va a producir algo super interesante”, dice este italiano que resalta que “la FIL es asombrosa” y no tiene nada que envidiarle a los centros de investigación europeos. 

En el Laboratorio de Bioinformática Estructural trabajan estudiando ciertas organelas sin membranas (MLOs, por sus siglas en inglés) para entender qué proteínas son importantes y cómo se conectan funcionalmente entre ellas. “Como mi trabajo es establecer las conexiones y funciones entre proteínas, decidimos armar juntos una red de interacción proteína-proteína usando información de su base de datos, DisPhaseDB, que describe cada proteína en cada MLO. Para esto construimos diversas subredes. Nuestra meta fue comprender si estas proteínas están involucradas en enfermedades. Después de estos tres meses, determinamos que 13 de las 24 proteínas de MLOs que analizamos tienen participación en 200 enfermedades diferentes”, asegura. 

Ahora, la comunicación entre ellos seguirá a la distancia, pero tienen una meta clara: publicar un paper que dé cuenta de los resultados de este trabajo colaborativo. 

Antes de partir de regreso a Italia, Gregoris reconoció que si bien lo abrumó el tamaño y la cantidad de gente que circula por la Ciudad de Buenos Aires, quedó encantado con la Patagonia y el norte del país. “No voy a extrañar el mate porque me voy a llevar uno, pero sí el verde tan característico de las calles y parques de Buenos Aires, la carne, por supuesto, y la calidez de la gente”, se despidió.