Estudia en California e hizo una pasantía en nuestro Laboratorio de Microbiología Molecular y Celular
Catherine Palm, de 20 años, realizó una estadía de dos meses en el laboratorio que lidera Angeles Zorreguieta. Fue en el marco del Programa MHRT, que dirige en Estados Unidos el argentino Marcelo Tolmasky y está financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH). La iniciativa busca que estudiantes de ese país se entrenen en investigación científica en una cultura diferente.


“Creo que la Fundación Instituto Leloir es realmente genial. Nunca había estado en un lugar donde se hiciera investigación, porque estoy haciendo el college y todavía no me gradué. Me generó mucho entusiasmo estar trabajando con científicos de verdad y en temas tan interesantes”. Oriunda de Orange County, una localidad cercana a Los Angeles, Estados Unidos, Catherine Palm está a punto de graduarse de bioquímica y acaba de realizar una pasantía de dos meses en el Laboratorio de Microbiología Molecular y Celular, que dirige Angeles Zorreguieta en nuestra Fundación. Feliz y conmovida por la experiencia, dice que ahora quiere traer a su familia para que conozca Argentina.
De madre vietnamita y padre descendiente de polacos, la joven que cumplió 20 años durante su estadía en Buenos Aires llegó al país en el marco del Programa de Entrenamiento en Investigación Minority Health and Health Disparities (MHRT, por sus siglas en inglés). La iniciativa financiada por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH), y dirigida por el argentino Marcelo Tolmasky, se realiza desde 1998 con el objetivo de que los estudiantes estadounidenses que pertenecen a alguna minoría se entrenen en investigación científica y, además, puedan viajar y experimentar una cultura diferente.
“Me encantó todo, tanto el programa como el país. Creo que haber venido acá es la cosa más genial que hice en mi vida”, asegura Catherine, que es la primera vez que está en Argentina y aprovechó el viaje para visitar las Cataratas del Iguazú y recorrer distintos lugares de Buenos Aires, como el Jardín Japonés, el Teatro Colón e ir al Tigre. “Disfruté y aprendí un montón porque todos fueron muy buenos para enseñarme y explicarme las cosas”, añade.
Por su parte, Zorreguieta menciona que “fue realmente un placer hospedarla en el laboratorio. Catherine mostró en todo momento muchas ganas de aprender y de integrarse. Tuvo la oportunidad de hacer una gran variedad de experimentos y de analizar los resultados con sus compañeras. Estamos seguros de que su estadía fue sumamente positiva para todos”.
A lo largo de los años, el programa MHRT fue cambiando de objetivos de la mano de las prioridades y requisitos que establece el NIH, que es muy riguroso a la hora de seleccionar qué proyectos financia. A la última convocatoria –realizada en 2019– se presentaron 100 iniciativas y sólo quedaron 13; el MHRT fue una de ellas. “El énfasis actual es en salud pública y en países en vías de desarrollo. Elegimos a la Fundación Instituto Leloir para la formación de los estudiantes que vienen a la Argentina, porque es uno de los centros de excelencia del país. Si no es el más importante, seguro está en la punta”, señaló Tolmasky el año pasado, durante una entrevista.
El día antes de regresar a Estados Unidos, Catherine les leyó a las investigadoras Magalí Bialer, Daniela Russo y Luciana Zimmerman, quienes la guiaron en su trabajo en el laboratorio, una sentida carta que escribió en español:
“A mis amigas del laboratorio 204, a quienes quiero mucho: muchísimas gracias por hacerme sentir bienvenida y, también, parte de este laboratorio. Aprendí mucho de todas ustedes y realmente disfruté de este tipo de investigación”, comenzó. Y luego puntualizó: “Gracias a Maga por explicar biología molecular tan claramente que hasta yo pude entenderla. Gracias a Lu, por ser una excelente mentora; siempre fue muy divertida para trabajar, correr y hablar. Dentro de cinco años quiero ser como ella porque es genial. Gracias a Dany por siempre ir a comprar el almuerzo conmigo. Disfruté de tu compañía al viajar en el subte al final del día. Gracias a Angeles por hacerme sentir siempre como una invitada de honor. Gracias a todas por hablar en inglés, aunque les es más difícil y por preguntarme cómo estaba, qué había hecho el fin de semana y por celebrar mi cumpleaños. Mi familia está en mi casa, en Estados Unidos, pero ahora siento que tengo una nueva familia aquí y las voy extrañar muchísimo”.