24 Oct 2021

El Instituto Leloir en el Día internacional contra el Cambio Climático

Las Naciones Unidas instauró el 24 de octubre como el día contra el cambio climático para concientizar sobre las devastadoras consecuencias de este mal sobre el planeta y los seres vivos. En el marco de esta fecha tan especial te contamos el trabajo que realiza el biólogo vegetal  José Manuel Estévez para contribuir a desarrollar una agricultura climáticamente inteligente que garantice la seguridad alimentaria de la población mundial.



Las Naciones Unidas (ONU) estableció la meta de garantizar la nutrición para más de 9 mil millones de personas para el año 2050, pero este objetivo está amenazado por el cambio climático. Las sequías, eventos meteorológicos extremos y otros fenómenos están afectando el rendimiento de los cultivos a nivel mundial.

“Frente a la expansión de las zonas áridas o secas como consecuencia del cambio climático y a la demanda creciente de alimentos a nivel mundial es imperativo aumentar la productividad de los cultivos con menos recursos como fertilizantes y área de cultivo”, afirma el doctor en Ciencias Biológicas José Estévez, jefe del Laboratorio “Bases Moleculares del Desarrollo Vegetal “de la Fundación Instituto Leloir (FIL).

Para contribuir con un incremento en la producción de alimentos, el laboratorio de Estévez apunta a aumentar la capacidad de las raíces para absorber agua y nutrientes del suelo aún en condiciones desfavorables de crecimiento.  “La idea es poder desarrollar cultivos de alto rendimiento en suelos afectados por sequías, salinidad y otras condiciones ambientales desfavorables asociadas al cambio climático”, explica Estévez, también investigador del CONICET.

Raíces más potentes

Mediante la identificación de  genes y aumentando su actividad, el grupo de Estévez y colaboradores han logrado duplicar la longitud de los pelos radiculares, prolongaciones absorbentes de las raíces de las plantas encargadas en captar agua y nutrientes de los suelos.

Realizando experimentos con Arabiodopsis thaliana (un modelo vegetal de estudio), los científicos comprobaron que las hormonas auxinas, que favorecen el aumento del tamaño de las células vegetales, activan la expresión de tres grupos de genes (siete en total) que son claves en el control de la prolongación de los pelos radiculares.

“Con este conocimiento, aumentamos la expresión de los genes y las plantas seguían creciendo con normalidad en condiciones de escasez de agua en un escenario simulado de cambio climático recreado a nivel de laboratorio”, puntualiza Estévez quien a fines de 2020 fue distinguido por el prestigioso Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología (ICGEB), con sede en Trieste, Italia, por sus estudios en el campo de la biología vegetal.

La planta Arabidopsis thaliana, emparentada con los brócolis, repollos y coliflores, comparte mecanismos biológicos con los cultivos de mayor importancia agrícola, como el maíz, el trigo y la soja.

“Nuestros avances logrados en Arabidopsis thaliana sientan bases para optimizar potenciales aplicaciones biotecnológicas que impacten en la productividad de cultivos a gran escala”, subraya Estévez quien tiene dos posdoctorados en las universidades de Stanford y de Berkeley, en Estados Unidos, y más de 70 trabajos publicados en revistas científicas internacionales de gran prestigio como Science, PNAS, Current Biology, Molecular Plant, New Phytologist y Plant Physiology.

En la FIL trabajan cuatro laboratorios de biología vegetal cuyas investigaciones han desarrollado conocimientos que podrían sentar bases para generar cultivos de mayor rendimiento y con capacidad de adaptarse al cambio climático. Sin la ayuda de la ciencia no será posible incrementar la producción de alimentos y garantizar la nutrición de la población mundial en creciente aumento. Apoyemos a la investigación.