18 Ago 2020

COVID-19: “Nuestro laboratorio se convirtió en una fábrica”

Así lo afirma Guadalupe Costa Navarro, integrante del equipo de la Fundación Instituto Leloir (FIL) que desarrolló el primer test serológico argentino para COVID-19. Una de sus tareas es adaptar técnicas de investigación para escalar la producción de proteínas del coronavirus.

Guadalupe Costa Navarro, becaria doctoral del CONICET en el Laboratorio de Virología Molecular liderado por Andrea Gamarnik en el Instituto Leloir.


COVIDAR IgG se emplea para la determinación de anticuerpos de plasma convaleciente, el control de la transmisión en barrios, el cuidado del personal de la salud, y otros fines.

El kit tiene proteínas del coronavirus inmovilizadas que sirven de “carnada” para ¨pescar¨ los anticuerpos contra el SARS-CoV-2 que se encuentran en los sueros de los pacientes, de modo tal que puedan ser identificados y cuantificados por un método enzimático que produce color. De esta manera se puede determinar si una persona está o estuvo infectada.

“En el laboratorio de Virología Molecular liderado por Andrea Gamarnik nos especializamos en técnicas de biología molecular y celular para el estudio de los virus de Dengue y Zika”, señala Guadalupe Costa Navarro quien cuenta que durante su doctorado se familiarizó con técnicas de expresión y purificación de proteínas virales “por lo que el traslado de ese conocimiento para aplicarlo a proteínas de coronavirus fue inmediato. El mayor desafío fue la adaptación de las técnicas de la escala de investigación a la escala de producción en grandes cantidades para generar los test”.

A medida que ganan experiencia, Costa Navarro y sus colegas ensayan diferentes estrategias para aumentar la producción de proteínas de coronavirus con el menor costo y esfuerzo posible. “Nuestro laboratorio se transformó literalmente en una ‘fábrica’ de producción de proteínas”, afirma la becaria doctoral CONICET en la FIL.

Hasta ahora se han producido cerca de 335 mil determinaciones de COVIDAR IgG, de las cuales se entregaron  más de 200 mil.

COVIDAR IgG se emplea para la determinación de anticuerpos de plasma convaleciente, el control de la transmisión en barrios, el cuidado del personal de la salud, y otros fines.


La investigación habitual de Costa Navarro se centra en el estudio de las proteínas de cápside de los virus de Dengue y Zika. “Esta proteína es una parte fundamental del virus ya que es la encargada de tomar y liberar su material genético en etapas muy específicas de la infección. Nuestro objetivo es entender cómo funciona a nivel molecular y de ese modo encontrar formas eficientes de cómo atacarla a través de antivirales o vacunas efectivas”, afirma la joven investigadora.

Ahora, Costa Navarro forma parte del esfuerzo colectivo de la ciencia argentina para frenar al COVID-19. “Haber participado del desarrollo de COVIDAR y trabajar en su escalado es para mí una experiencia de gran crecimiento a nivel personal y grupal, ya que saca lo mejor de cada uno para formar un equipo de trabajo y generar un producto de utilidad para el control de la pandemia”.

Del desarrollo de “COVIDAR IgG” también participaron Marcelo Yanovsky y Julio Caramelo, jefes de laboratorio de la FIL; otros doctorandos y jóvenes doctores que integran el grupo de Gamarnik: María Mora González López Ledesma, Horacio Martín Pallarés, Diego Ojeda y Lautaro Sánchez; y Jorge Carradori, del Laboratorio Lemos.

El proyecto se realiza en el marco de la “Unidad Coronavirus Covid-19” impulsada por  el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCyT) y recibió el apoyo del Fondo para la Convergencia del Mercosur (FOCEM), la Fundación Williams y la Asociación Civil Siempre Ayuda Nunca Dañes (SAND).