29 Nov 2023
Tras la firma de un convenio para realizar investigación conjunta, autoridades del INCUCAI recorrieron nuestras instalaciones
La meta principal del acuerdo es realizar un primer paso hacia la creación de un banco de células madre reprogramadas compatibles con la población de nuestro país (haplobanco) que, en un futuro, permita avanzar en la generación de células específicas para el desarrollo de terapias regenerativas para enfermedades como el Parkinson y la degeneración macular, entre otras.
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“Un haplobanco es una colección de células madre reprogramadas pluripotentes compatibles con una determinada población, lo que hace que sea más fácil encontrar donantes en el caso de contar con una terapia regenerativa adecuada para una enfermedad. Esas células indiferenciadas almacenadas pueden dar lugar a más de 200 tipos celulares diferentes, como neuronas o células pancreáticas, y se obtienen a partir de una muestra de sangre o una biopsia de piel. Nuestro proyecto es a partir de sangre”. Fernando Pitossi, jefe de nuestro Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso Central, resume así la iniciativa que lleva adelante junto al INCUCAI para la creación del primer haplobanco del país, siguiendo los pasos de Estados Unidos, Japón, Canadá, Brasil, Unión Europea, Corea y Hong Kong, entre otros países.
En el marco de un convenio de cooperación recientemente firmado, las autoridades del organismo que regula los trasplantes a nivel nacional se acercaron hasta nuestro Instituto para conocer el “área limpia” que se construyó en el Centro de Desarrollo de Biotecnología (CeDeBio), que depende de Inis Boitech, nuestra oficina de vinculación y transferencia tecnológica. Allí es donde se puede llevar a cabo la reprogramación de las células que serán donadas por voluntarios inscriptos en el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) del INCUCAI, con los máximos controles y estándares de calidad, una vez que se habiliten las instalaciones y se obtengan los fondos necesarios para seguir avanzando con la iniciativa.
“Las células reprogramadas pluripotentes de por sí no tienen ninguna función más que ser la base de una futura neurona, célula pancreática o de la piel, por mencionar algunas. Pero contar con un banco que posee ese material compatible con tu población es fundamental para poder avanzar con las terapias regenerativas que vendrán en algún momento”, enfatiza Pitossi. Y menciona que en Japón, por ejemplo, ya hacen 12 tipos de células diferentes, entre ellas, células pigmentarias de retina para degeneración macular, neuronas dopaminérgicas para la enfermedad de Parkinson y cardiomiocitos para enfermedades cardíacas. “Este tipo de terapias ya están empezando a ser usadas en estudios experimentales de fase clínica, sin problemas reportados hasta el momento”, asegura el investigador.
Esperanza regenerativa
A la hora de un trasplante, el donante y el receptor deben compartir el complejo llamado HLA, proteínas que se encuentran en la superficie celular y ayudan al sistema inmune a diferenciar entre sus propias células y sustancias ajenas y potencialmente dañinas. Por eso es necesario que las variaciones de cada gen HLA, heredadas de sus respectivas madres y padres, sean compatibles entre quien dona y quien recibe. Cuando esto no ocurre, el organismo receptor identifica al órgano o tejido recién llegado como “invasor” y lo ataca produciendo el famoso “rechazo”. Ahora bien, hay personas cuyas dos variantes del gen son iguales.
“Eso ocurre en poblaciones donde no hay mucha variabilidad genética o donde hay familias endogámicas. Los japoneses, por ejemplo, tienen muy alta conservación de su HLA y eso hace que encuentren más fácilmente personas que compartan esas dos expresiones genéticas”, explica Richard Malan, vicepresidente del INCUCAI. Liliana Bisigniano, directora Científico Técnica de ese organismo, añade: “Nuestro registro de donantes de CPH cuenta con aproximadamente 300 mil personas a las que se les estudió el HLA; de ellas, un número importante son homocigotas –tienen dos copias idénticas del mismo gen– y es a quienes contactaremos para ofrecerles que donen sangre de manera de poder reprogramar sus células hasta el estadio de célula madre pluripotente para integrarlas al haplobanco”.
En este punto, Pitossi aclara: “Al presentar una sola variante de los genes, las células obtenidas de esos donantes serán reconocidas por un mayor número de personas receptoras y se reducirá el riesgo de rechazo”.
El grupo que dirige Pitossi en la FIL desarrolló y utiliza la tecnología de reprogramación celular para el estudio de enfermedades neurológicas y para posibles futuras terapias regenerativas, siguiendo los lineamientos de Shinya Yamanaka, quien en 2012 obtuvo el Premio Nobel en Medicina o Fisiología.
La generación de un banco de células madre reprogramadas compatibles con la población argentina servirá de base para futuras terapias regenerativas y, al permitir estandarizar la obtención de estas células bajo normas de Buenas Prácticas, se podrá integrar su trabajo al de otros haplobancos del mundo para compartir la información y eventualmente intercambio de muestras cuando surja la necesidad.
“Las células reprogramadas que obtendrá el grupo de Pitossi serán almacenadas en el Hospital Garrahan, donde funciona desde 2006 el Banco Público de Sangre de Cordón Umbilical, que está certificado internacionalmente”, informó Malan, quien aclaró que ese material no va a ir directo a los pacientes, sino que servirán de insumo para que distintos grupos del país se interesen por avanzar en su diferenciación en el marco de un protocolo de investigación.
“Este es un proyecto que apunta a reducir dramáticamente los costos de producción de estas células madre y así facilitar el acceso de la población argentina a las terapias regenerativas que se están desarrollando en el mundo”, resalta Pitossi. Y concluye: “Es un caso ejemplar de un proyecto que necesita financiamiento público y debería ser considerado dentro de las políticas de Estado en materia de investigación y desarrollo en salud. Sin financiamiento público para este haplobanco, las terapias basadas en esta tecnología solo estarán al alcance de las personas con muy alto poder adquisitivo”.
En el marco de un convenio de cooperación recientemente firmado, las autoridades del organismo que regula los trasplantes a nivel nacional se acercaron hasta nuestro Instituto para conocer el “área limpia” que se construyó en el Centro de Desarrollo de Biotecnología (CeDeBio), que depende de Inis Boitech, nuestra oficina de vinculación y transferencia tecnológica. Allí es donde se puede llevar a cabo la reprogramación de las células que serán donadas por voluntarios inscriptos en el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) del INCUCAI, con los máximos controles y estándares de calidad, una vez que se habiliten las instalaciones y se obtengan los fondos necesarios para seguir avanzando con la iniciativa.
“Las células reprogramadas pluripotentes de por sí no tienen ninguna función más que ser la base de una futura neurona, célula pancreática o de la piel, por mencionar algunas. Pero contar con un banco que posee ese material compatible con tu población es fundamental para poder avanzar con las terapias regenerativas que vendrán en algún momento”, enfatiza Pitossi. Y menciona que en Japón, por ejemplo, ya hacen 12 tipos de células diferentes, entre ellas, células pigmentarias de retina para degeneración macular, neuronas dopaminérgicas para la enfermedad de Parkinson y cardiomiocitos para enfermedades cardíacas. “Este tipo de terapias ya están empezando a ser usadas en estudios experimentales de fase clínica, sin problemas reportados hasta el momento”, asegura el investigador.
Esperanza regenerativa
A la hora de un trasplante, el donante y el receptor deben compartir el complejo llamado HLA, proteínas que se encuentran en la superficie celular y ayudan al sistema inmune a diferenciar entre sus propias células y sustancias ajenas y potencialmente dañinas. Por eso es necesario que las variaciones de cada gen HLA, heredadas de sus respectivas madres y padres, sean compatibles entre quien dona y quien recibe. Cuando esto no ocurre, el organismo receptor identifica al órgano o tejido recién llegado como “invasor” y lo ataca produciendo el famoso “rechazo”. Ahora bien, hay personas cuyas dos variantes del gen son iguales.
“Eso ocurre en poblaciones donde no hay mucha variabilidad genética o donde hay familias endogámicas. Los japoneses, por ejemplo, tienen muy alta conservación de su HLA y eso hace que encuentren más fácilmente personas que compartan esas dos expresiones genéticas”, explica Richard Malan, vicepresidente del INCUCAI. Liliana Bisigniano, directora Científico Técnica de ese organismo, añade: “Nuestro registro de donantes de CPH cuenta con aproximadamente 300 mil personas a las que se les estudió el HLA; de ellas, un número importante son homocigotas –tienen dos copias idénticas del mismo gen– y es a quienes contactaremos para ofrecerles que donen sangre de manera de poder reprogramar sus células hasta el estadio de célula madre pluripotente para integrarlas al haplobanco”.
En este punto, Pitossi aclara: “Al presentar una sola variante de los genes, las células obtenidas de esos donantes serán reconocidas por un mayor número de personas receptoras y se reducirá el riesgo de rechazo”.
El grupo que dirige Pitossi en la FIL desarrolló y utiliza la tecnología de reprogramación celular para el estudio de enfermedades neurológicas y para posibles futuras terapias regenerativas, siguiendo los lineamientos de Shinya Yamanaka, quien en 2012 obtuvo el Premio Nobel en Medicina o Fisiología.
La generación de un banco de células madre reprogramadas compatibles con la población argentina servirá de base para futuras terapias regenerativas y, al permitir estandarizar la obtención de estas células bajo normas de Buenas Prácticas, se podrá integrar su trabajo al de otros haplobancos del mundo para compartir la información y eventualmente intercambio de muestras cuando surja la necesidad.
“Las células reprogramadas que obtendrá el grupo de Pitossi serán almacenadas en el Hospital Garrahan, donde funciona desde 2006 el Banco Público de Sangre de Cordón Umbilical, que está certificado internacionalmente”, informó Malan, quien aclaró que ese material no va a ir directo a los pacientes, sino que servirán de insumo para que distintos grupos del país se interesen por avanzar en su diferenciación en el marco de un protocolo de investigación.
“Este es un proyecto que apunta a reducir dramáticamente los costos de producción de estas células madre y así facilitar el acceso de la población argentina a las terapias regenerativas que se están desarrollando en el mundo”, resalta Pitossi. Y concluye: “Es un caso ejemplar de un proyecto que necesita financiamiento público y debería ser considerado dentro de las políticas de Estado en materia de investigación y desarrollo en salud. Sin financiamiento público para este haplobanco, las terapias basadas en esta tecnología solo estarán al alcance de las personas con muy alto poder adquisitivo”.