09 Mar 2018

La biblioteca de la Fundación Instituto Leloir se adapta a los cambios de la Era digital

Con la inauguración de la Fundación Campomar (hoy Fundación Instituto Leloir) en 1947, nació también su biblioteca “Cardini” cuyo nombre rinde homenaje a su primer director, el doctor Carlos Eugenio Cardini, un destacado científico que realizó estudios junto al premio Nobel de Química de 1970, el doctor Luis Federico Leloir. En el año 1992 la Cámara de Diputados de la Nación la reconoció como la Biblioteca de Referencia en Bioquímica.

La médica y bibliotecaria Mónica Pérez, directora de la Biblioteca Cardini de la Fundación Instituto Leloir. La médica y bibliotecaria Mónica Pérez, directora de la Biblioteca Cardini de la Fundación Instituto Leloir.


“En 2002 comenzamos el plan de modernización para posibilitar el acceso digital a las diferentes colecciones bibliográficas, y con el tiempo hemos logrado transformarla en un centro de documentación que funciona como puerta de acceso a información especializada para apoyo fundamentalmente a la investigación y docencia. También estamos a cargo de servicios y tareas de extensión para otras áreas de la institución”, señala la médica y bibliotecaria Mónica Pérez, directora de la Biblioteca Cardini. Y agrega: “Con nuestra labor posibilitamos que los investigadores de la institución – y de otros centros científicos y académicos – tengan acceso a la información científica en forma ágil y oportuna.”

La Biblioteca trabaja en forma continuada en proyectos, servicios y elaboración de informes como los vinculados a la visibilidad e impacto de la producción científica, privacidad y datos abiertos, edición científica y recursos electrónicos. En la actualidad, cuenta con un servidor propio que contiene la Biblioteca Digital y el Archivo Audiovisual, herramientas para acceder, organizar y preservar la información científica y los documentos y archivos provenientes del patrimonio documental y bibliográfico de la institución. A nivel físico, la biblioteca Cardini posee un amplio salón provisto con 17 computadoras, dos scanners, cuatro impresoras láser dispuestas en red y un salón para clases y reuniones de laboratorio.

-¿Con qué enfoque trabajan usted y su equipo?


Pérez: Las bibliotecas especializadas tradicionales, como espacios físicos donde encontrar información, están obligadas a transformar sus servicios en función del avance de Internet y las tecnologías digitales, y en este sentido, la creación de la biblioteca digital ha resultado ser una herramienta de gran ayuda.

-¿Cómo funciona la Biblioteca Cardini digital?


Esta biblioteca, desarrollada a partir del software de código abierto Greenstone, posibilita el acceso a la información electrónica de los investigadores y becarios de la institución, al generar un espacio virtual de servicios y acceso a fuentes y recursos electrónicos sobre ciencia y tecnología.

-En este sentido, ¿están pendientes de cómo se va articulando el cambio tecnológico con las necesidades de los investigadores?


Así es, y es interesante resaltar que como la ciencia es una actividad comunicativa, cuyos resultados y conclusiones son validados al publicarse en revistas especializadas, los investigadores necesitan con avidez contar en tiempo y forma con información contenida en estas revistas, así como en libros, tesis, informes técnicos, actas de congresos, protocolos y métodos. Son usuarios exigentes, con elevada formación y especialización que hace que debamos mantener actualizados nuestros servicios a fin de facilitar a estudiantes, investigadores, médicos y organizaciones, toda actividad vinculada a la gestión de información que les simplifique y allane su trabajo. Esto requiere del bibliotecario de ciencia y técnica habilidades y competencias cada vez más especializadas y diversas.

¿Podría dar algunos ejemplos de esas aptitudes?


Mencionaría aquellas vinculadas a la preservación y conservación del patrimonio documental y de colecciones especiales de la institución, que requieren conocimientos sobre tratamiento de colecciones de museo y archivo, y también, las relacionadas al procesamiento o curatoría de datos, como lo venimos haciendo desde hace unos años para el CONICET Digital, plataforma que aloja la producción científico-tecnológica del CONICET. Este programa, que se inserta dentro del Sistema Nacional de Repositorios Digitales, fue creado con la misión fundamental de que los datos y publicaciones -resultado de las investigaciones del país- sean accesibles y abiertos a todos los ciudadanos. De esta forma además, apoyamos la construcción colaborativa y global de la Ciencia.

-¿En qué consiste el programa Red de Información Oncológica que pusieron en marcha en 2005?


Nuestra biblioteca, junto a las del Instituto Alexander Fleming-FUCA y de Productos Roche, inauguramos en ese año la Red de Información Oncológica - REDIO, dirigida a médicos, biólogos, bioquímicos e investigadores interesados en Biología Molecular Oncológica, Farmacología y Cirugía Oncológica, Oncología Clínica, Oncogeriatría y Oncohematología. Desde hace doce años hemos editado en forma ininterrumpida una publicación mensual con comentarios de expertos sobre temas de actualidad vinculados a medicina e investigación sobre cáncer.

Y también cumplen un papel importante en cuanto a la conservación de documentos y objetos históricos.


Así es, sostenemos la Exposición Permanente de Objetos de la Memoria Institucional. Por ejemplo, los instrumentos y equipos de investigación que el propio doctor Leloir armaba con sus manos para realizar experimentos que lo llevaron a ganar el premio Nobel de Química. Incluye también su cuaderno de anotaciones y su mesa que aún conserva la marca de la pava que usaban en el aula de seminarios, durante los cuales los investigadores además de almorzar, disertaban sobre temas científicos, práctica que continúa vigente desde entonces en el instituto.

-¿Qué significa para usted trabajar en la Fundación Instituto Leloir?


Me entusiasma trabajar para una institución como la nuestra, que cuida su biblioteca, junto a un equipo de profesionales que aman lo que hacen, Olivia Herrera, bibliotecaria y técnica en edición, y Nicolás Rucks, reconocido en nuestro ambiente profesional como un referente en el procesamiento digital de datos.